En lo largo de mi exístencia, perdí muchas veces y muchas cosas en mi vida. Pero junto a ese perder, desarrollé esas ganas de nunca dejar de intentar y perder el valor de volver a luchar. Mi madre siempre me enseño con su batalla en la enfermedad, a que el desafío de nosotros debe ser no lamentar lo perdido, sino encontrar los nuevos caminos que se abren a partir de esa pérdida. Nuevos caminos de esperanza, nuevos caminos en el amor, de compasión y tratar de ser mejores, Ese es el desafío al que nos enfrentamos cada dia de nuestra vida y que debemos de siempre seguir adelante.
Que nunca lo voy a saber todo y que cada paso es un riesgo pero que hay que atreverse!
Que en esos tiempos, la resiliencia es absolutamente necesaria para conseguir aprender de las vivencias.
Que la vida sigue y aunque las cosas cambien siempre al final quedarán las personas que al fin y al cabo importan, las que te quieren. Las que transforman tu vida y de las que aprendes. Las que te cuidan y las que aportan lo mejor de la suya. Ahí radica la grandeza del ser humano, en esa capacidad infinita de generar felicidaden muchos casos sin darse cuenta.
Aprendí a sentirme orgullosa de quien soy,tomar buenas decisiones, y alejarme de la gente con la que ya no quiero convivir, porque su moral, su ética, sus valores ya no van conmigo.
Que les puedo decir, la vida es una montaña rusa, donde lo bueno y lo malo nos visita Por igual, pero somos nosotros, con nuestras actitudes y nuestros pensamientos, quienes debemos empujar las ruedas. Para que siga girando. Con optimismo y esperanzas renovadas para que al final, llegue lo que mereces.
.